Y mis propios asuntos eran tan malos, tan miserables, como el día en que había nacido. La única diferencia era que ahora yo podía beber de vez en cuando, aunque nunca lo suficiente. Beber era la única cosa que mantenía un hombre de sentirse siempre aturdido e inútil. Todo lo demás seguía pasando y pasando, siempre igual. Y no había nada interesante, nada. La gente era muy restrictiva y cuidados...